La Iglesia ha sido condenada al menos 26 veces por abusos sexuales de sus sacerdotes
“La victimización está invisibilizada, no se atreven a dar el paso
para denunciar. El contexto social favorece que las víctimas no se
sientan apoyadas. No hay reconocimiento del sufrimiento”, denuncia la
investigadora Gema Varona.
“Denunciar es un calvario”, aseguran las víctimas, quienes se enfrentan a las dificultades que implica probar hechos que ocurren en la intimidad. Además, en muchas ocasiones los delitos han prescrito para cuando se denuncian.
“Denunciar es un calvario”, aseguran las víctimas, quienes se enfrentan a las dificultades que implica probar hechos que ocurren en la intimidad. Además, en muchas ocasiones los delitos han prescrito para cuando se denuncian.
“No vale decir, como se
hace en muchas ocasiones, que las víctimas son lo primero si no se
adquiere ningún compromiso al respecto”. Gema Varona Martínez, del
Instituto Vasco de Criminología, ha estudiado la realidad y la dimensión
de los abusos sexuales en la Iglesia católica, cometidos habitualmente
por sacerdotes. Con su estudio, Varona pretende dar con las formas de
mejorar, prevenir y reparar a las víctimas de delitos sexuales. “Este
tipo de víctimas tiende a no exponerse y a silenciar lo que han vivido.
Además el contexto favorece ese silencio”. Por eso ha querido remarcar
que no se debe exponer a las víctimas, ya que lo importante es conocer
sus experiencias.
Varona,
quien ha participado en los Cursos de Verano de la Universidad del País
Vasco con este tema, destaca que cuando abordó la cuestión a finales del
año 2013 se llevó la sorpresa de que apenas había aproximaciones
científicas. “Este es un primer paso para que abramos las ventanas en el
contexto español y se visibilice la realidad de los abusos sexuales. Es
un grave error cerrar los ojos y culpabilizar a las víctimas, ya que es
devastador para las víctimas y sus familias. Los abusos sexuales
existen y en determinados contextos es más fácil que ocurra”.
Respecto a la justicia penal,
solo ha podido encontrar 26 sentencias desde 1.950. La realidad es mucho
más dantesca, pero es lo que único que ha visto la luz. En las
sentencias, se observa que los patrones de victimización son similares
en comparación con otros países. “Suelen producirse en un contexto de
relación especial entre la víctima y el victimario. Además se suele
explotar la vulnerabilidad de la víctima, por problemas económicos,
familiares o escolares. Existe un plan de acercamiento a la víctima y va
ganándose su confianza. Al final se produce la traición de la confianza
espiritual, que tanto daño hace a la víctima”.
En España, no hay estudios académicos ni comisiones de investigación en
la Iglesia y en las instituciones públicas. Sin embargo, a partir de la
década de 2000 en Estados Unidos saltaron a los medios casos que
escandalizaron a la opinión pública. Lo mismo ocurrió a partir de 2010
en algunos países europeos como Bélgica, Holanda, Alemania y Austria.
Pero en España no se dio esta situación, ¿por qué? “Los responsables de
la Iglesia dicen que en España no se ha dado esta situación”, resume la
investigadora.
Pero, su
teoría es que hay una victimización oculta. “La victimización está
invisibilizada, no se atreven a dar el paso para denunciar. El contexto
social favorece que las víctimas no se sientan apoyadas. No hay
reconocimiento del sufrimiento. Es difícil explicar porque no denuncian y
ponerse en la piel de la víctima. Hasta que no escuchamos a las
víctimas no nos damos cuenta del horror y de la dimensión del problema”.
Culpabilizar a las víctimas
La sociedad tiende a culpabilizar a las víctimas por no denunciar y
soportar esta situación durante años, pero “hacer eso es muy peligroso.
Preguntar a la víctima porque no ha denunciado le crea ecos de
culpabilidad. También influye que España es mucho menos abierta a la
transparencia que otros muchos países”.
La investigación se ha centrado en los abusos sexuales sufridos por
menores de edad por miembros de la Iglesia Católica a partir de 1950.
Gema Varona comenzó su investigación realizando un análisis comparado de
los resultados científicos de otros países. En ellos ha podido apreciar
que los estudios comienzan cuando el escándalo salta a los medios de
comunicación. En esta situación, se atreven más víctimas a dar el paso.
También ha revisado la bibliografía española del derecho canónico, que
funciona de manera previa o paralela a la justicia ordinaria. “Es
interesante desde el punto de vista de la sociología del derecho que
este pluralismo jurídico siga existiendo en el siglo XXI”. A pesar de
todo, “ha habido sin duda una evolución positiva de la Iglesia, aunque
todavía siga siendo insuficiente para los colectivos de víctimas”.
Los que denuncian tardan una media de diez años en denunciar. “Aunque
hoy en día se está empezando a denunciar más rápido. Pero en décadas
anteriores incluso los padres conociendo el caso no quisieron decir
nada”.
En algunas
sentencias se ha condenado a la Iglesia por responsabilidad civil
subsidiaria, con penas que oscilan entre 4.000 y 30.000 euros. “Se pone
el énfasis en que la Iglesia tenía culpa a la hora de elegir a ese
persona para el puesto y al vigilar cómo cumple sus funciones”. En lo
que al agresor respecta la edad media es más elevada que en la mayoría
de tipos penales. “Estamos hablando de personas que superan los 40
años”.
“Denunciar es un calvario”
Por otra parte, la Conferencia Episcopal Española ha realizado un
Protocolo de Actuación a petición del Vaticano. “Aunque se orienta más
en cómo evitar la corresponsabilidad civil subsidiaria de la Iglesia que
en proteger a las víctimas”.
Varona ha tratado de estudiar a las víctimas, pero la mayoría no han
querido responder al cuestionario que ha elaborado. “Muchas víctimas
denuncian cuando tienen hijos o cuando su hijo llega a la misma edad en
la que la víctima sufrió los abusos. Entonces se dan cuenta de que un
niño de esa edad no puede tener la culpa de lo ocurrido”.
Si eso fuese suficiente, “denunciar es un calvario”. Las víctimas se
enfrentan a las dificultades que implica probar estos hechos que ocurren
en la intimidad. Además, en muchas ocasiones los delitos han prescrito
para cuando se denuncian.
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