El (imbécil) obispo de Córdoba
por Rafael Calero Palma
Miércoles, 16 de Enero de 2013 18:24
Para muchos, el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, es
radicalmente conservador. En mi opinión no es más que un imbécil. No lo
digo como un insulto, sino como una definición.
Dice el RAE en su primera acepción
del término que un imbécil es alguien “alelado, poco inteligente”. Y
define el término “imbecilidad” como “La carencia o escasez de
inteligencia o buen criterio”. Sigan leyendo y juzguen ustedes mismos
si llevo o no llevo razón.
Hace unos días, Demetrio Fernández
pronunció una homilía con motivo de la celebración de la Fiesta de la
Sagrada Familia que, oiga usted, no tiene desperdicio. Ya nos tiene este
señor (por llamarlo de alguna manera) acostumbrados a sus bárbaras
declaraciones, llenas de comentarios necios y de tonterías sin sentido,
más propias de un anormal que de un hombre al que se le supone un
(elevado) nivel cultural y unos estudios. Pero que va. Simplemente me da
que este tío es tonto. Y ya se sabe lo que ocurre cuando uno es tonto,
como dicen en mi pueblo, que se acaba la linde, y sigue el tonto.
Venía a decir el obispo de Córdoba en
dicha homilía (si es que lo he entendido bien, que como no estoy
acostumbrado al alambicado lenguaje de los curas, me cuesta horrores
entenderlos) que la UNESCO ha puesto en marcha un plan para que en los
próximos 20 años, la mitad de la población mundial sea homosexual. Según
este hombre, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación,
la Ciencia y la Cultura tiene un arma secreta para conseguir su malvado
objetivo: se trataría de usar "distintos programas" para ir "implantando
la ideología de género (sic), que ya está presente en nuestras
escuelas". Para quien no sepa muy bien qué coño es eso de la ideología
de género, Demetrio Fernández lo deja bien claro, con esa labia que le
ha dado su “Dios creador”: "uno no nacería varón o mujer, sino que lo
elige según su capricho, y podrá cambiar de sexo cuando quiera según su
antojo". Y dice todo esto sin sonrojarse.
Y no queda ahí la cosa. Cuando aún no se
habían apagado los rescoldos de su homilía, Demetrio Fernández se
descuelga con una carta que ya es la rehostia en versos alejandrinos. La
carta en cuestión se titula “Huid de la fornicación” e incita a la
gente a eso precisamente, a que no follen o, para ser más precisos, a
que no se folle si no es con el objeto de procrear y dentro del
“consagrado matrimonio”. En dicha carta, el obispo arremete contra
algunos medios de comunicación (quiero creer que están exentos la COPE y
los demás medios de ultraderecha) y contra algunos centros docentes (no
sé cuáles, la verdad, imagino que se referirá a los públicos) que en su
opinión, incitan descaradamente al fornicio. Dice el Obispo de Córdoba
en su carta, y cito textualmente que “en estos tiempos que corren la
incitación a la fornicación es continua en los medios de comunicación,
en el cine, en la TV, incluso hasta en algunas escuelas de Secundaria,
dentro de los programas escolares".
Todo esto no pasaría de un simple
chascarrillo, algo con lo que echarse unas risas, si no fuera porque
detrás de las palabras del obispo se esconde una política (la de la
Conferencia Episcopal) de odio y rechazo frontal contra todo lo que
supone igualdad de derechos entre hombres y mujeres y de avances
democráticos entre los seres humanos. Y lo peor es que los deseos de la
Conferencia Episcopal son órdenes para los ministros del gobierno de
(los mejores) de Mariano Rajoy.
Y es que en vez de levantar su voz
contra los poderosos, de denunciar las políticas de recortes contra los
más desfavorecidos llevadas a cabo en el estado español, en vez de
posicionarse abiertamente contra los desahucios (muchos de ellos
ejecutados contra niñas y niños o personas discapacitadas que no tienen
literalmente donde caerse muertas), en vez de denunciar la política
filonazi de dejar sin asistencia sanitaria a miles y miles de
inmigrantes puesta en marcha por el gobierno de Rajoy, en vez de lanzar
un grito feroz contra tanto dolor y contra tanta miseria, en vez de
posicionarse contra todo esto y contra otras muchas barbaridades, los
cuadros de mando de la iglesia católica, los obispos, siguen fieles a sí
mismos, como han hecho por los siglos de los siglos, poniéndose
descaradamente del lado de los ricos, de los que ostentan el poder, de
los que, en definitiva, ni sufren ni lo pasan mal, especialmente en lo
más crudo de la estafa económica que padecemos.
Como creo ciegamente en la libertad de
expresión, no seré yo quien pida que le pongan un bozal al obispo de
Córdoba. Lo que si propongo es algo mucho más fácil de llevar a cabo:
que nadie le haga ni puto caso a este imbécil. Por el bien colectivo.
Kaos en la red
No hay comentarios:
Publicar un comentario