Aguirre y el laicismo
Documento con fecha
viernes, 28 de diciembre de 2012.
Publicado el
viernes, 28 de diciembre de 2012.
Autor: Coral Bravo.Fuente: El Plural.
Autor: Coral Bravo.Fuente: El Plural.
He leído, con detenimiento e interés, la última columna de Esperanza
Aguirre en la que, felicitando a todos la Navidad , lo cual es muy de
agradecer, critica duramente, sin embargo, a los laicos y defiende a
ultranza el cristianismo y el confesionalismo, además del
adoctrinamiento religioso en la escuela. Ella habla literalmente de “el
interés de los políticos de izquierda en erradicar el estudio de la
religión cristiana en las aulas”, lo cual no es del todo cierto. Porque
el estudio es lo contrario del adoctrinamiento. Y aprender sobre la
religión cristiana implicaría estudiar la historia del cristianismo,
justamente lo contrario de lo que sucede en las escuelas españolas,
donde los alumnos, repito, no estudian la religión desde un punto de
vista histórico y científico, sino son adoctrinados en su ideología y en
sus dogmas.
Dicho esto, y con el mayor de los respetos, ese mismo respeto que me
inspira cualquier posicionamiento o creencia personal, creo que hay
algunos puntos que aclarar un poco porque, desde mi punto de vista,
algunas de las reflexiones de Aguirre son histórica y racionalmente
erradas. Asegura que la fiesta de la Navidad es la más universal y que
se celebra en todo el mundo conmemorando el nacimiento de Jesús. Lo que
se celebra en todo el mundo, y siempre se ha celebrado, no desde el
nacimiento del cristianismo, sino desde los mismos inicios de la
civilización, es el cambio de ciclo natural coincidente con el cambio de
estación, y se ha hecho en nombre del nacimiento de diversos dioses, o
mitos a lo largo de la historia. Enumerarlos todos es extenso e
innecesario.
Sólo por poner algunos ejemplos con que ilustrar mi argumento, los
Incas celebraban el renacimiento de Inti o el dios Sol, los escandinavos
celebraban en estos días el nacimiento de Frey, dios nórdico del Sol y
la fertilidad; los romanos celebraban en diciembre la llamada
Saturnalia, en honor a Saturno y al Solsticio de invierno; y exactamente
el 25 de este mes celebraban la fiesta del “Natalis Solis Invicti”, que
asociaban al nacimiento del dios Apolo. Y admitamos que la cultura
greco-romana sí es la verdadera cuna cultural de todo Occidente, y no el
cristianismo, como alegan sus adeptos.
O sea, contra la opinión de Aguirre, la Navidad no es una fiesta de
origen cristiano, ni de lejos, sino una conmemoración que todas las
culturas de todo el planeta y de todos los tiempos han celebrado en
honor al nacimiento de la luz del sol y al cambio cíclico de la
naturaleza que culminará con la fertilidad de la primavera. Y cada una
de ellas lo ha hecho a su modo y manera, y erigiendo cada una a su dios
correspondiente como símbolo teísta de la grandeza y la transformación
de los grandes ciclos anuales de la natura. Por tanto, la navidad
cristiana no es una fiesta universal, y su origen no es religioso, sino
pagano.
Califica Aguirre de “laicos fundamentalistas” a los que han criticado
que el presidente del Congreso de los Diputados haya felicitado
oficialmente la navidad con un símbolo cristiano. Habría que hacer
entender a la expresidenta del Gobierno de la Comunidad de Madrid que
los laicos respetan todas las creencias que no induzcan a la
intolerancia; y a lo que aspiran es a que ninguna creencia se infiltre
en las Instituciones del Estado, porque el Estado está obligado, en toda
democracia, a defender el pluralismo y la diversidad ideológica que es
la gran riqueza de todo sistema democrático. A nivel privado los
políticos pueden rezar el rosario, los maitines y el miserere, si se les
antoja, pero a nivel público no pueden ni deben ostentar su
confesionalismo en detrimento de la libertad de pensamiento y de
creencias. Eso sólo ocurre en las tiranías y en las dictaduras. No hay
más que recordar el franquismo.
El confesionalismo del Estado es teocracia, es decir, pensamiento
único. Sería quizás conveniente que Aguirre, mujer a la que considero
despierta, astuta e inteligente, retomara la lectura de libros sobre
historia de las religiones y sobre historia del cristianismo; y no
estaría nada mal que volviera a echar un vistazo, aunque fuera muy
somero, a la Carta Magna de los Derechos Humanos y leyera algo sobre los
terribles estragos que durante muchos siglos llevó a cabo la Santa
Inquisición. Probablemente cambiaría el tono de sus argumentaciones.
Porque, como decía Don Miguel de Unamuno, ser de derechas (él lo llamaba
fascismo) se cura leyendo.
Coral Bravo es Doctora en Filología
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