Retazos
Rajoy y su profunda espiritualidad
| 23/agosto/2012
Entre devociones marianas, sevillanas, castañuelas y algún
fandango de Huelva, nuestro presidente, ya digo, no pudo menos que
exaltarse y, en unos momentos de febril entusiasmo, dar rienda suelta a
su intenso sentir humano y religioso. “A veces estamos pensando siempre
en lo material…”, dijo, “…y, al final, los seres humanos somos sobre
todo personas, con alma y con sentimientos, y esto es muy bonito y me
reconforta mucho”. Ni el sabio Krishnamurti lo hubiera expresado
mejor. Vaya, que los grandes filósofos y los más avezados avatares y
pensadores sobre lo trascendente se quedan lejos ante tan profunda y
reflexiva afirmación, sólo equiparable a las más excelsas sentencias,
como el Oráculo de Delfos.
No cabe duda de que Mariano Rajoy se siente reconfortado ante las
celebraciones marianas (valga la redundancia), ya que todos conocemos su
estrecha relación con los dictámenes de la Iglesia. Se opone al aborto
legal: ya sabemos todos que las mujeres peperas que quieran abortar sin
riesgo médico lo hacen en clínicas privadas o del extranjero ¿para qué
más zarandajas? Se opone al matrimonio homosexual, porque, a todas
luces, los homosexuales tienen derecho a ejercer su condición, eso sí,
como dios manda, a escondidas, y que no se quejen, que antes se les
quemaba en las hogueras. Se opone, como de todos es sabido, a esa
asignatura del demonio que los socialistas impusieron en las escuelas, y
que por fin ha suprimido, ésa que hablaba de conocimiento, de derechos,
de democracia y de libertades ¿a dónde vamos a llegar?
Total, desligarse de la aconfesionalidad del Estado Español, que reza
(también valga la redundancia) en la Constitución de 1978, es pecata
minuta al lado del bienestar moral que brindan estas pintorescas y
místicas celebraciones. Porque tampoco cabe duda de la inmensa
espiritualidad que subyace en el trasfondo de esta visita. Se hacen
evidentes la energía, el tiempo y el interés que el presidente ha
dedicado a conocer las cuestiones humanas y espirituales para llegar a
la sabia conclusión (de la que muchos de sus colegas probablemente estén
a años luz) de que los seres humanos somos sobre todo personas, con
alma y con sentimientos.
Y no es que se le olvide al presidente ese humanismo rociero cuando
se percata de que en los últimos meses, a causa de la crisis y de los
recortes, los suicidios se han incrementado en España alrededor de un
sesenta por ciento. No, ¡qué va! Seguramente lo sentirá en el alma, que
ya conocemos que sabe que las personas tenemos alma y sentimientos. Pero
acaso, como devoto creyente en la vida de ultratumba eterna, se sienta
también reconfortado por la idea de que esos desesperados han pasado,
literalmente, a mejor vida. Porque estarán en el limbo, o hasta quizás
en el cielo; y allí no necesitarán comer, ni pagar hipotecas, ni
trabajar para salir adelante. Allí, seguramente, vírgenes, santos,
ángeles y arcángeles se lo darán todo hecho. La religión, como bien sabe
el presidente, siempre es un bálsamo y un consuelo.
Coral Bravo es doctora en Filología
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